4.29.2006

4.17.2006

BAFICI VIII: impresiones parciales...

Domingo, 11 y media de la noche…por fin. Después de clavarme con varias porquerías (“pero independientes”), puedo decir que, para mí, después de ver El dominio perdido (Raoul Ruiz), el festival puede darse por concluido. O, mejor dicho, recién empezar.
La primera que vi fue Un couple parfait. Empujado por la reseña del generoso libro del festival (“una de las mejores películas francesas de 2005”) me comí un bodrio absoluto, arty en el peor sentido (con una fotografía acorde), con diálogos pretendidamente audaces y una pareja protagónica re re “posmo”, viste?. La película ya está condenada de antemano con la elemental ironía que reviste su nombre. “Pretentious shit”, diría Lou Reed. Encima (me parece) que la van a estrenar comercialmente. ¿Para qué?
Después vi Longing, película alemana dirigida por una simpática y muy linda directora que, al final de la película, contesto las más ridículas preguntas que le podían hacer (hubo varias situaciones muy graciosas…o muy tristes, no sé). La proyección fue muy rara. Hubo un sector del público que se rió a carcajadas con escenas muy densas que, intuyo (como la gran mayoría presente en la sala), no fueron concebidas para la risa, ni mucho menos. Así es como hubo gente que, en medio de la proyección e, indignada, puteó a ésa otra gente que pensó que había que reírse. Al final, al momento de las preguntas a la directora, una joven sentada detrás mío pidió perdón a la directora por “el grupito de desubicados que se había reído” y la felicito fervorosamente por su segunda película. Bueno, a mí me gustó… pero de acá a unos meses, si la recuerdo, va a ser sólo por los exabruptos de la bulliciosa proyección. Demasiado fría como para quererla.
Two girls. Opera prima turca, creo. Soy una persona respetuosa y por eso no me levanté. Irritante es poco. Para mi absoluto desconcierto, terminó siendo aplaudida por un no tan minúsculo grupo de adolescentes “re freaks” con cara de primer año de Fuc que, no sé por qué, me imagino, idolatran a Bukowski y Pergolini les parece un “capo”. Espero que eso dé una imagen acabada de lo que ví. ¿No?. Bueno, yo me entiendo.
A propósito de ésto, una experiencia inigualable que ofrece el BAFICI: hacer la cola con chicas “Freak FUC” (FF, desde ahora en adelante) mientras se pelean para ver quién grita más fuerte su fanatismo por Eisenstein (“Ay boluda, no te puedo creer que no fuístes al Colón…”). (Amigas FUC –pasadas, presentes, futuras-: no se enojen, no es contra uds., son sólo algunas de sus compañeras).
Hasta ahí, (casi) todo mal…
Ahora sí…Esto es CINE, carajo. Le Domaine perdu (El dominio Perdido), dirigida por mi nuevo ídolo absoluto, el chileno radicado en Francia Raoul Ruiz. Tiene algo de Los Amantes del círculo Polar (Julio Medem) (o viceversa, perdón) pero es incluso mejor, mucho mejor.

De ésas pocas películas (masterpiece, of course) que te levantan de la medianía de la existencia y te hacen creer que el mundo puede estar en tus manos, al menos por unas horas…(aviso: es muy probable que, a partir de ahora, escriba, además de boludeces, muchas grasadas como las de recién y cómo la que viene a ahora-¡jua!-). De ésas películas que sacan el tigre que hay en vos…¡¡¡ahhh!!! (soy pura onomatopeya):…eyaculación emocional pero de ésas que se sostienen por un rato largo (es que es así, perdón por lo pornográfico de la expresión). Al principio cuesta encontrarle la voz, el lugar y el tiempo al ultraabarcativo relato (¿polifónico, omnipresente y “supratemporal”? error) pero éste es tan atractivo que dicho zigzagueo no te desanima sino que, por el contrario, te envuelve poco a poco, te agarra, te secuestra, te lleva de un lugar a otro (del golpe a Allende a la segunda Guerra mundial, de los años 30 al Chile neoliberal y de atrás para adelante y de adelante para atrás;de la infancia a la vejez, de la juventud a la madurez) para no devolverte por horas a tu -ya lejanísimo- inicial y chato estado ( y a la vuelta casi me llevan puesto, en bici por Callao).
Me animo a decir que ésta película cubre todas las áreas de acción y conocimiento del hombre…ehhh?? Sí, me salió eso (son casi las 2 de la mañana) y pocas ganas tengo de justificarlo (en el caso de poder).
Magia, subversión, libertad...fantasía, diría el Bambi.
Véanla, el martes creo que la repiten.

Es así, no hay con qué darle: se necesitan 5 mierdas para que te toque el premio mayor. El año pasado me pasó lo mismo: unas cuantas mediocres hasta que llegaron The Wayward Cloud y Three Iron.

La idea es que comenten que vieron, que no vieron, que quieren ver, que recomienden obras maestras ocultas, que nos eviten bodrios o agotadas, etc. Comenten un poco che.

4.12.2006

Historias de familia

La experiencia propia y ajena vuelve cada vez más irrebatible la idea de que cuando una familia se empeña en mostrar su normal funcionamiento es porque, en verdad, debe estar todo mal. En Historias de Familia, desde la primer secuencia, se nos muestra a una familia al borde de la fragmentación pero que no piensa ocultarlo mirando para otro lado; decisión de una honestidad y lucidez emocional y ética por parte de sus integrantes que constituye el primer acto de empatía absoluta para con el espectador que escribe éstas líneas.
Y si la delimitación de dos claros y obvios bandos que se forman a partir de la crisis, así como la caracterización demasiado lineal de los personajes, se subrayan en demasía (lo que en casi cualquier otra película despertaría una inmediata y ofuscada mueca de disgusto), desde el vamos notamos que ésta operación aparece justificada en función del humor.
El director es Noah Baumbach, coguionista de “Vida Acuática”, de Wes Anderson (Tenembauns, Rushmore y Bottle Rocket), por lo que no extraña a nadie por dónde va el humor. Un humor seco, absurdo, desencantado, tonto en apariencia, que difícilmente llame a la carcajada y sí provoque apenas una sonrisa, un poco incómoda, que se aleja de a poco y se vuelve seria. Pero acá el humor es más pesado, más perturbador y más desencantado. Incluso, por momentos, se aleja de la liviandad de W. Anderson y se acerca (sólo se “acerca”, por suerte) a la sordidez revulsiva de Todd Solondz (Happinnes, Storytelling…).
Pero Baumbach no sólo comparte con Anderson su amor por ése humor tan especial y por el retrato de familias disfuncionales. También hay acá un tenista fracasado (¿?). Y también están los guiños cinéfilos(¿un poco snobs?: es de esperar viniendo de un padre “antifilisteos”), literarios y musicales (Pink Floyd, The Feelies y una sublime inclusión de “Street Hassle”, de Lou Reed).
Ésta película hace bien. Para calmar la ansiedad por la nueva de Wes: Bernard, Joan, Walt y “Pepinito” Frank: una familia muy normal…