The biggest loudest heaviest group of all

Veintinueve de Enero de 1972. Para sorpresa de muchos, se juntan en París Lou Reed, John Cale y Nico. Habían pasado dos años de la disolución definitiva de la Velvet Underground y cinco desde que los tres habían coincidido en ella por última vez.
Las historias que más circulan hablan de que, por un lado, Nico se había ido de la banda diciéndole a Reed que estaba “cansada de coger con un judío” y, por el otro, que White Light/ White Heat (1968), segundo y salvajísimo disco de los ex Primitives, no sólo marcó la despedida de Cale (¿echado por Reed?), sino que es un fiel reflejo de la disputa de egos y la competitividad entre ambos. En “I heard her call my name” uno puede imaginárselo a Reed a punto de dejar la guitarra para ir a cagarlo a trompadas a Cale. De hecho, creo que Reed después le bajó el sonido a las partes de Cale del disco para que sobresalieran más las suyas. Las esperanzas de verlos juntos nuevamente después de esto, supongo yo, no podían ser muy grandes.
Pero resulta que éstos tres enfermitos adorables estaban de gira por Europa al mismo tiempo y, alguien –o algo: quizás ésas canciones-, los logró juntar. No sólo salió un disco que registra ésa noche histórica, sino que la televisión francesa lo grabó e internet nos lo muestra tres décadas más tarde.

“Hello…it took us a wild to get here”

Eso es lo primero que dice Lou Reed. A continuación, uno espera que algo de aquella tensión se haga inevitablemente presente; al menos, en las canciones. (No soy un exhausto conocedor de la biografía de ésta gente ni mucho menos pero, intuyo, no es muy alocada mi vaga presunción).
Pero no.
Nada de anteojos negros, ni guitarras salvajes ni chaquetas de cuero y menos de latigazos sadomasoquistas.

La versión de Heroin que hacen acá se la puedo hacer escuchar a mis sobrinas y, lejos de llorar y soñar por el resto de su vida con cosas espantosas, seguro salen y se hacen monjas. Y acá, Femme Fatale te deja sin aire.
Son varios los discos en vivo de VU pero Le Bataclan los supera en emotividad a todos.
Lo realmente conmovedor del disco (y, mejor aún, de las imágenes) es cómo pareciera que los tipos, al menos por ésa noche, se pusieran previamente de acuerdo en no sólo dejar de lado eventuales malas ondas irresueltas, sino en…amarse. Porque acá hay amor. O no sé qué pero algo especial hubo ése día. Quizás soy yo que maquiné demás o que peco de ingenuidad al no darme cuenta que quizás ésa noche decidieron cambiar heroína por quién sabe qué otra droga más amigable y fraternal… Pero el respeto que demuestran por esoqueestánhaciendoahíenésemomento, es estremecedor. Creo que no lo percibí jamás en mi humilde historial perceptual (Merleau Ponty, Savransky y la p...).
Y se nota. No sólo en ésas versiones suaves y sencillas de los temas de VU, sino también en las miradas cálidas, en los gestos de aprobación mutua entre Nico y Reed, en la respuesta del público (aplaudiendo dubitativamente, a destiempo, quizás conciente y temerosa de estar entorpeciendo), en la disposición no jerárquica en el escenario (los tres serenamente sentados) y en la entrega humilde y respetuosa a la canción del otro (cada uno se despacha con temas de sus primeros discos solistas).
Mi highlight del show (ésto aparece en el emule, ahí está casi todo el show, pero no en youtube.com):
Cale con su típico sweater de chico universitario siguiéndolo con el piano. Una Nico morocha, con su mirada dulcemente trágica, mientras espera su turno comtemplando con admiración desde el fondo y, por último, Lou Reed: con una paz contagiosa, tomándose su tiempo para pitar su cigarrillo entre ésas delicadas líneas de Berlin que gustosamente inmortalizo en éste blog a continuación.

“...It was very nice, it was paradise.
You are right and I am wrong.
Oh baby, I´m going to miss you,
now that you´ve gone...”

Debe haber pocas cosas más cool que hablar – y bien- de V.U. Pero si esto sirvió para que a alguien se le erice la piel como a mí al ver ésto, entonces, me importa un pito.