Hombres simples

Tengo la costumbre de detenerme a leer los créditos finales de cualquier película, ya sea de una que acabo de ver y de la cual estoy muy interesado o de una que enganché de pedo haciendo zapping. En el segundo de los casos, casi nunca encuentro nada interesante (las bandas de sonido es lo que más me fijo). Pero el otro día enganché una en Film & Arts, justo en los créditos finales, en la que la banda de sonido me resultó extrañamente familiar (tres canciones de Yo La Tengo y una de Sonic Youth). Razón más que suficiente para que averiguara inmediatamente el nombre de la película y me la alquilara (en VHS). Se llama Simple Men (o La última oportunidad), es de 1992 y la dirige Hal Hartley.

No sé si la película o el director son conocidos pero yo creo no haber escuchado hablar nunca de ninguno. Nunca me pasa pero qué bueno es llegar a una película casi por azar, sin referencias previas. Y me encantó. Rarísima. Con un humor muy humano, parecido al de Dead Man de J. Jarmusch, por decir que se parece a algo que yo haya visto.
Tiene cosas como: una monja y un cana disputándose ( y revolcándose en el medio de la calle) una medallita de la Virgen María. Otro policía que, antes de arrestar gente y, crisis existencial mediante, se manda unos monólogos reveladores. Un genial debate sobre Madonna y la explotación de la mujer en la música. Una muy improvisada coreografía de una canción de Sonic Youth. Mujeres que pegan cachetadas sin aparente razón. Un longevo anarquista, ex beisbolista, y su incondicional y veinteañera novia rumana. Un tipo que carga nafta atendiendo en francés y escuchando YLT. Una moto vendida a 25 dólares y, principalmente, personajes entrañables con diálogos tan reales, imposibles y desopilantes como éste:

Ned: Cómo me gustaría ser como vos
Bill: No querrías ser como yo
Ned; Quiero decir, vos te levantás y hacés cosas. Sos tu propio dueño.
Bill: Ned, ni siquiera sé dónde voy…
Ned: Pero así es la vida…la aventura, el no saber…
Bill: No, así no es
Ned: Yo quiero aventura, quiero romance…
Bill: Ned, no hay tal cosa como la aventura. El romance no existe. Sólo hay problemas y deseos
Ned: ¿Problemas y deseos?
Bill: Así es…Y lo gracioso es que cuando deseas algo, enseguida te metes en líos. Y cuando te metes en líos, no deseas nada.
Ned: Ya veo
Bill: Es imposible
Ned: Es irónico
Bill: No. Es una maldita tragedia. Eso es lo que es, Ned.
Me Tengo que ir.

Y, para cerrar, una frase de su director, Hal Hartley:

"No hay buenos o malos finales. Sólo hay verdaderos o falsos finales"